viernes, 27 de marzo de 2009

LIVING A LIE I GUESS THE TIME WILL TELL

Generalmente es difícil mantener el mismo discurso durante más de un par de instantes que se convierten en eternos cuando se comenten errores continuos de entendimiento y comprensión. Lo pudo haber dicho André Breton, sin embargo lo escribe un no surrealista.

Cualquiera que no entienda en su justa medida lo que en su día escribieron autores como, Jean-Paul Sartre, Gabriel Macel, Albert Camus o Martin Heidegger puede libremente desaparecer de estas líneas. Nadie está invitado, de antemano, a leer esta disertación de la vida contemporánea que empezaré a relatar.

Abróchense los cinturones compañeros que despagamos. Trayendo a colación una frase de la canción “Space Oddity” de David Bowie, para aquellos que aún se encuentran indecisos a lo hora de leer este artículo:

Ground Control to Major Tom
Ground Control to Major Tom
Take your protein pills
and put your helmet on

Si deciden continuar, tomen las pastillas que estas palabras le brindan y lean el prospecto detenidamente. De amortiguar la caída ya me encargo yo. Algo bueno tendría que tener este viaje, ¿verdad?

Fromm afirma en su obra "El Corazón del Hombre", que el hombre actual se caracteriza por su pasividad, que es la de la gran mayoría y en la que me incluyo, identificándose con los valores del mercado porque el hombre se ha transformado a sí mismo en un bien de consumo y siente su vida como un capital que debe ser invertido provechosamente. El hombre se ha convertido en un consumidor eterno y el mundo para él no es más que un objeto para calmar su apetito.
Según el autor, en la sociedad actual el éxito y el fracaso se basan en el saber invertir la vida. El valor humano, se ha limitado a lo material, en el justo-precio de Marx, para que pueda obtener sus servicios y no lo espiritual. La autoestima en el hombre depende de factores externos y de sentirse triunfador con respecto al juicio de los demás. De ahí que viva pendiente de los demás, y que su seguridad resida en la conformidad; en no apartarse del coro de sirenas que es la sociedad actual.

La sociedad de consumo para funcionar bien necesita una clase de hombres que cooperen dócilmente en grupos numerosos que quieren consumir más y más, cuyos gustos estén estandarizados y que puedan ser fácilmente influidos y anticipados.

Según David F. Noble, este tipo de sociedad necesita hombres que se sientan libres o independientes, que no estén sometidos a ninguna autoridad o principio o conciencia moral y que no obstante estén dispuestos a ser mandados, a hacer lo previsto, a encajar sin roces en la maquinaria social. Es decir, los hombres actuales son guiados sin fuerza, conducidos sin líderes, impulsados sin ninguna meta, salvo la de continuar en movimiento, de avanzar. Esta clase de hombre lo clasifica Benjamin Coriat como autómata.

El hombre, debe trabajar para satisfacer sus deseos, los cuales son constantemente estimulados y dirigidos por la maquinaria económica. Esto es fácilmente comprensible si se ha leído algo del nuevo gurú neoliberal Paul Krugman, que todos los nuevos intelectuales citan y del que nadie ha leído más de un par de libros, perdón por la osadía, se dice best sellers.

El sujeto automatizado se enfrenta a una situación peligrosa, ya que su razón se deteriora y decrece su inteligencia, adquiriendo la fuerza material más poderosa sin la sabiduría para emplearla.

He aquí cuando uno se plantea lo que Camus relató en “El Mito de Sisifo”. La metáfora del esfuerzo inútil e incesante del hombre moderno, que consume su vida en fábricas y oficinas sórdidas y deshumanizadas. No me quiero sentir culpable si alguien no se levanta mañana para ir a trabajar ni mucho menos el llevar a nadie de la mano a ver la fantástica película danesa” Wilbur se quiere suicidar”. Eso ya lo hizo Émile Zola en “Germinal”.

La reflexión final sería, como me preguntó hace pocos días mi querido Pablo Iglesias, ¿Tu cual de los dos hermanos eres, Epimeteo “el que actúa y reflexiona más tarde o Prometeo “el que piensa y luego actúa”?

jueves, 26 de marzo de 2009

NOTHING TO LOSE EXCEPT HAPPINESS

La primera vez que intenté ver la película de Blake Edwards, “The Party”, mal traducida al castellano por “El Guateque”, me quedé dormido a los 6 minutos de metraje. Ayer volví hacer otro intento.

Esta vez no sólo no me quedé dormido sino que además el personaje de Peter Sellers, aunque creo que más bien fue el personaje y la propia Claudine Longet, me proporcionó la energía suficiente para escribir estas líneas.


“The Party” es una película que cualquier persona podría fechar y contextualizarla en un determinado momento histórico a los pocos minutos de empezar. No quiero con esto decir que mi narcolepsia sea fruto de semejante coincidencia pero si es cierto que con los títulos de crédito, el traje de Peter Sellers y su bólido de tres ruedas uno puede hacerse una idea bastante certera del tipo de película que va a ver....yo me quedé dormido porque como dijo Sabina, me sobran los motivos.


El binomio Blake-Sellers hizo un carrusel de películas abominables como “The Pink Panther” y sus secuelas aunque quisiera salvar de la quema a “The Party”. Siendo justo, por separado ambos tuvieron una carrera bastante correcta con éxitos de público y crítica que responden a sus inicios y que más tarde, sobre todo Blake ya que Sellers murió con tan sólo 55 años, se empeñaron en ennegrecer.


Blake dirigió con maestría “Breakfast at Tiffany´s” (1961), “Days of wine and roses” (1962) y “The Race” (1965) del resto no me acuerdo, bueno si pero prefiero no hacerlo.


Entre tanto Sellers protagonizó de forma brillante dos de las tres mejores películas de Stanley Kubrick, “Lolita” (1962) y “Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb” (1964), después dedicó 15 años a vivir de la infamia de “The Pink Panther”. En su defensa he de decir que se caso cuatro veces, con intervalos entre las tres últimas de cuatro años. Vamos, que con cada una cumplía una legislatura y no volvía a salir elegido o creaba una escisión matrimonial y creaba otro partido-matrimonio, o que mas da.


Volvamos a la película. “The Party” es posiblemente una de las mejores películas que tratan de forma cómica la situación en la que se encontraba la alta burguesía estadounidense a finales de los años 60 y principios de los 70. La película es precisamente magnifica por esa circunstancia ya que existen demasiados mensajes excesivamente obvios para hacer esta lectura, ya que es una película hecha para el gran consumo y para todos los públicos, aunque otros no tanto.


En cualquier caso por ser obvios no dejan de ser ciertos y por esta misma razón no dejan ser válidos. Podría uno pensar que una película de esta índole tendría todos los ingredientes para caer en clichés, estereotipos fáciles de identificar y sin lugar a dudas un arco de personajes que uno podría hasta esculpir con una paleta y tocar. Bueno, pues todo eso es cierto.


Sin embargo lo que hace diferente a esta película es que no es pretenciosa, pudiéndolo ser y novedosa aunque no lo podamos apreciar a simple vista.


Aún siendo cierto lo anteriormente dicho, también viéndola con detenimiento y cierta retrospectiva podemos pensar que esta película ya la habíamos visto antes o que hay algo que nos suena extrañamente familiar. Esa atmósfera que crea Blake y ejecuta Sellers se ha reproducido hasta la saciedad en cientos y cientos de películas posteriores. La forma de cuadrar los gags, el estilo en utilizar los planos secuencia, los chistes con doble sentido, el acento hindú de Sellers y por último el tratamiento teatral que no fílmico de la película la hacen insuperable. No en vano gran culpa de esto último la tiene Sellers que venía del teatro, aunque esa es otra historia.


Antes de dejar a un lado a Sellers e introducirnos, en el sentido casto del término, con Claudine Longet, me gustaría recalcar que una de las muchas virtudes como cómico de éste es su hieratismo. Posiblemente es una de las películas cómicas en las que menos texto tiene y en la que más tiene que explotar la faceta de cómico que le hizo famoso. La forma de gestionar esta dificultad habría sido sin lugar a dudas explorar lo que anteriormente hizo con Kubrick interpretando al conjunto de personajes con sus diversos acentos en “Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb”. No fue el caso. Primero porque simular el acento de un hombre que viene de la India no es lo mismo que camuflar el de un norteamericano criado en Connecticut aunque se parezca al de un inglés de Hampshire, no es lo mismo, y desde luego porque supera con creces el acento inglés del asesor nazi. Y segundo, aún así, porque Sellers en esta película dice mas cuando no dice nada y casi todos sus gags son visuales y no lingüísticos. Ese es el método y la clave a su vez.


Retomando el tema de la inspiración platónica, el porqué de este escrito viene por el descubrimiento de Claudine Longet. Pésima actriz, peor cantante pero tremendamente plástica. Ya en la película le auguran un trágico desenlace en su carrera como actriz cuando ni tan siquiera ésta había comenzado. A la fiesta va acompañada de un importante representante de estrellas que le promete una prueba para la siguiente película del productor que ofrece el convite. Que cada uno saque las conclusiones pertinentes. De todos modos cuando estaba viendo la película me vino a la mente la imagen de Catherine Deneuve, primero en “Repulsion” de Roman Polanski y luego en “Belle Jour” de Luis Buñuel. Todos sabemos que la moda de esa época era distinta a la actual, que las boutiques de antes son el Zara de ahora, que una cosa es una cosa, dos una piragua y tres es una fantasía. No es mi intención hipotecar mis futuros encuentros amorosos de aquí a un mes pero el verme en la misma habitación, cuarenta años atrás, mirándole los ojos a la Catherine Denueve de entonces mientras la dulce Claudine Longet canta la cursi pero eficiente Nothing to lose…


Para concluir como un romántico, que es lo que soy, terminaré parafraseando a un cantante que algún tiempo atrás tuvo criterio al escribir estos versos y que ahora yo traigo al presente y que a su vez me apropio:


Cine, cine, cine,

más cine por favor,

que todo en la vida es cine

y los sueños,

cine son.